Frente a la ciudad ultracompetitiva y rutilante, frente al modelo de crecimiento insaciable, irracional y sin valoración de sus impactos sociales, frente a la cultura del despilfarro y la ostentación banal, frente a la lógica de la exclusión y del “sálvese quien pueda”, se impone otra forma diferente de entender las realidades urbanas contemporáneas. Se impone la visión de la ciudad como espacio de residencia y de relación de las personas, como ámbito de convivencia e integración, como escenario abierto a la práctica urbanística concebida con criterios que respeten y plasmen en el espacio el reconocimiento inequívoco y fehaciente de los derechos humanos.
Ahí es nada: los derechos humanos como paradigma en la perspectiva de la gestión territorial. ¿Es posible encontrar algo más convincente en esta época donde priman actuaciones y directrices que sistemáticamente los conculcan? Ese es el empeño que han tratado de plasmar en un libro Pablo Gigosos y Manuel Saravia, ambos arquitectos y de reconocida trayectoria en la defensa de un modo de plantear la arquitectura y la ciudad con visión humanista y solidaria. En esta ocasión lo han reflejado en la obra que ayer fue presentada al público en un acto de
Son tan pocas y excepcionales las oportunidades que en Valladolid existen para comentar y debatir sobre temas que realmente interesen a la gente (y me imagino que en otras tantas ciudades sucede lo mismo) que iniciativas como la que comento merecen ser reseñadas. Y en esta ocasión lo es por partida doble: por el compromiso que los autores han hecho siempre a favor de un urbanismo sensible con los problema de la sociedad, y porque nunca se profundizará suficientemente en lo que debe significar la lucha en pro de un modelo de ciudad que afronte y, en lo medida de lo posible, resuelva los problemas que estructuralmente la aquejan y que no son otros que los que afectan a los ciudadanos residentes en ellas, y que hoy son ya mayoría en la humanidad.
Pablo Gigosos, Manuel Saravia y Susana Ordóñez
El libro presentado lleva un título tan descorazonador como provocativo: “Urbanismo para náufragos” (Fundación César Manrique, 2010). Y está bien que así sea porque, en efecto, el motivo que lo justifica es más que pertinente. Se basa en un objetivo primordial: analizar de qué manera los derechos humanos – es decir, los que emanan de
La reflexión está clara a juicio de los autores, pues ellos mismos formulan la pregunta “¿Qué es lo más conveniente para el último ciudadano?”, para llegar a la siguiente respuesta: “si adaptamos la ciudad para que atienda también al último ciudadano, será mejor para todos”. Respetar a este ciudadano, en congruencia con el reconocimiento del valor que tiene el derecho a la ciudad - en el marco de una “ciudad para todos”, como afirmaba Pierre Genestier, - lleva a anteponer un Urbanismo B(ásico) al Urbanismo A(berrante) que prevalece en el modelo organizativo de las relaciones de dominación y exclusión que rigen los vínculos sociales en el mundo contemporáneo.
Plantear esta reflexión pormenorizadamente a través del análisis e interpretación de los once derechos que amparan a quien reside en las ciudades, de modo que todos puedan acceder a ellos sin barreras ni segregaciones, es sin duda un ejercicio tan necesario como saludable en una época en la que, como tituló hace tiempo un excelente número monográfico de Le Monde Diplomatique (nº 13, 1991), “la ville partout, et partout en crise” (la ciudad en todas partes, y en todas partes en crisis).
Y es que la ciudad es, bien lo sabemos, el ámbito de todas las contradicciones y donde las situaciones de conflicto nunca aparecen definitivamente resueltas. De ahí el interés y la utilidad de este tipo de reflexiones que, vistas desde la Geografía, nos remiten a las grandes aportaciones de Peter Haggett o David Bunge, por más que tampoco quepa ignorar el alcance que en términos espaciales pudiera reconocerse a las ideas centrales - "la justicia como equidad" o "la razón pública" como "la razón común de todos los ciudadanos" - que emanan de la Teoría de la Justicia, una de las grandes obras del pensamiento del siglo XX, de John Rawls.
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