
Al tiempo que envío los mejores deseos en el año 2011 a cuantos visitan este blog y se interesan por lo que él se dice, aprovecho también la ocasión, con la intención de comenzarlo con buen pie, para recomendar la lectura de un interesante artículo ("Rosas en invierno") publicado por el arquitecto Luis Fernández-Galiano sobre el sentido de los cambios previsibles en el panorama arquitectónico y, por ende, urbanístico y territorial de nuestro tiempo.
No cabe duda que la crisis en que nos encontramos sumidos no va ser inocua ni trivial desde el punto de vista que aquí nos interesa, el socio-territorial. Muchos paradigmas y modelos de gestión están siendo sometidos a revisión, a medida que se comprueban sin paliativos los costes provocados durante una etapa en la que las expectativas presagiadas, tan henchidas de voluntarismo como de inconsciencia del largo plazo, no se corrrespondían con las que honestamente podían permitir la realidad y las posibilidades con que se contaba. De ahí la urgencia de reflexionar sobre ella y sus ineludibles implicaciones territoriales. Se imponen, ya era hora, la autocrítica y la valoración de los rumbos en los que conviene enmarcar los nuevos procesos que configuran las realidades espaciales en que nos desenvolvemos. Buena oportunidad para comenzar el año abriéndonos a nuevas perspectivas que pronto, quizá, dejarán de ser meras especulaciones para convertirse en ejemplos palmarios de una forma diferente de entender lo que vemos y sentimos.
Léanlo. Merece la pena.
Y, de paso, tampoco estaría de más echar un vistazo a las propuestas recogidas en la exposición , a la que precisamente alude Fernández-Galiano en su artículo, y que con el expresivo título "
Small Scale, Big Change: New Architectures of Social Engagement" está teniendo lugar en el MOMA de New York. Se trata de un claro ejemplo de hasta qué punto con las pequeñas cosas se pueden realizar impresionantes transformaciones.
Fernando, mucha salud, paciencia y templanza te deseo para 2011.
ResponderEliminarHay que seguir.
Un abrazo.
Gracias, buen amigo y mejor paisano, compañero de fatigas y andanzas por estas tierras que, a pesar de todo, tanto nos absorben. Seguiremos, desde luego, aunque caigan chuzos y algunos de quienes nos gobiernan no sepan hablar con la boca. Por encima de ellos, está el norte que nos guia para no desfallecer en el intento. Un abrazo
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