Este blog pretende contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la cultura y de la sensibilidad territorial ante las múltiples manifestaciones de agresión y deterioro a que se ven sometidos los paisajes como consecuencia de actuaciones frecuente y deliberadamente insensibles con la calidad y los recursos que los identifican.


Desea significar el compromiso de la Geografía y de los geógrafos con la defensa de la calidad de los territorios
y

de las buenas prácticas en el ejercicio de la acción pública y en sintonía con los objetivos y principios contemplados

en el Manifiesto por una Nueva Cultura del Territorio.


Planteado también con fines didácticos, se concibe como un documento aplicable a la docencia, así como un espacio de encuentro, comunicación y debate con los estudiantes y profesores de Geografía, y con quienes se interesen

por la evolución y los métodos de esta disciplina, por la utilidad e importancia de la información geográfica,

por su dimensión aplicada y por las políticas relacionadas

con la Ordenación, el Gobierno y el Desarrollo del Territorio.


domingo, 9 de enero de 2011

La Naturaleza agredida siempre pasa factura: la erosión de El Limonar de Málaga

Según el Plan de Prevención de Avenidas e Inundaciones (Junta de Andalucía, 2002), en la región andaluza existen 428 puntos de riesgo. El problema afecta al 56 por ciento de los municipios andaluces y al 60 % de la población

Cuando la catástrofe natural afecta a un territorio, la gravedad de sus manifestaciones se acentúa allí donde las intervenciones humanas no tienen en cuenta, con la debida capacidad de prevención y cautela, los niveles de riesgo existentes. La Naturaleza es hermosa. Espectacular, nunca dejará de sorprendernos, pero también es cierto que sus elementos van asociados a amenazas e impactos que provocan destrucción y, en ocasiones, gravísimas pérdidas de las que no están ausentes las vidas humanas. Experiencias reveladoras de la tragedia las tenemos por doquier y basta con analizar en profundidad cualquiera de ellas para percatarse de hasta qué punto la modificación irracional de los procesos naturales, siempre bajo la égida de la codicia, de la falta de escrúpulos y de la irresponsabilidad que conlleva la visión de los rendimientos a corto plazo en detrimento de lo que haya de suceder en el futuro, acaba pasando factura inexorable. La perspectiva aberrante del “pan para hoy y hambre para mañana” tan letal como la que plantea que “el que vengas atrás que arree” ocasiona los problemas que todos conocemos y que se reiteran aquí y allá como si las advertencias detectadas no sirviesen para nada.


Las fuertes lluvias que este invierno han afectado a Andalucía han traído consigo destrucción, dolor y sentimiento de impotencia para las numerosas comunidades afectadas. La tragedia vivida en la ciudad sevillana de Écija, que ha padecido nada menos que cinco inundaciones en tres meses, y de la que tampoco se han visto libres otros núcleos del Valle del Guadalquivir, como Aguilar de la Frontera, Bujalance o Lora del Río, entre otros muchos, requiere un estudio a fondo de los motivos que explican la magnitud de la catástrofe ante el convencimiento de que seguramente tiene que ver con actuaciones que, producto de los comportamientos antes mencionados, nunca se plantearon qué podía ocurrir si las aguas alcanzaran el nivel que han alcanzado, algo nada improbable en un país como España tan expuesto a las irregularidades pluviométricas a lo largo de su historia.


Y es que cuando la investigación resulta rigurosa, las conclusiones no tardan en aflorar. De ahí la referencia que considero pertinente a propósito de las observaciones apuntadas por el Dr. José Damián Ruiz Sinoga, profesor de Geografía Física de la Universidad de Málaga, que ha puesto en evidencia los efectos desestabilizadores que desde el punto de vista natural está ocasionando la construcción de una urbanización de alto standing en la zona de El Limonar, próxima a la capital malagueña. En ella este profesional de la Geografía ha llevado a cabo un serio trabajo de campo, que ha puesto al descubierto resultados demoledores. He tenido conocimiento del tema a través de la prensa y lo traigo aquí a colación por dos motivos: porque es un ejemplo representativo de lo que pasa cuando no se valoran adecuadamente las características del territorio y porque es al tiempo una prueba fehaciente de la utilidad del trabajo bien hecho por parte de los geógrafos.



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