Manuel Saravia, profesor de Urbanismo de
1. La ideología del liberalismo ha perdido su poder. Y en la práctica, también su impulso. Los factores que han contribuido a esa caída han sido la crisis asiática de 1997-99 (“dejó al descubierto su fracaso en sus propios términos económicos”), la oposición política al conservadurismo que ha triunfado en Latinoamérica (un desafío a un conjunto de ideas y prácticas económicas impuestas” hasta entonces en el continente), el movimiento antiglobalización del cambio de siglo (“dejó al descubierto la brutalidad e hipocresía del neoliberalismo”), la guerra de Irak (“que se limitó a confundir la guerra al terrorismo con los planes políticos y económicos del neoliberalismo”), y el colapso económico de 2008 (“un declive aún más pronunciado que el de
2. La urbanización ha suplantado a la industrialización como un momento de la historia en la producción del espacio. Se ha cumplido holgadamente la previsión de Lefebvre de 1970, cuando escribió que “la sociedad ha sido completamente urbanizada” y anticipó el surgimiento de lo que él llamó “ciudades mundiales”. Las ciudades eran hasta ahora, ante todo, “criaturas nacionales”, operaban simultáneamente “como loci de producción y reproducción de los capitalismos nacionales”. Pero en la actualidad, “las regiones urbanas son crecientemente plataformas de producción para la economía global”. Los modelos del futuro urbano no están en Nueva York o Tokio, sino en Shanghai, Sao Paulo o Mumbai. “La señal más visible del cambio es la proliferación de grandes zonas industriales, zonas económicas y zonas de exportación especiales, invariablemente adyacentes o incorporadas a puertos y aeropuertos para facilitar el transporte”. Como también las zonas del turismo internacional de diverso tipo. La proliferación de zonas de comercio e industria asociadas a la globalización, que arrastran la construcción de grandes instalaciones e infraestructuras.
3. Se zonifica en todas las escalas y se desordena en todos los ámbitos. Los límites entre los sectores formales e informales son cada vez más borrosos. Veamos: si un grupo de mujeres trabaja en las afueras de Hanoi haciendo ropa en su casa para un distribuidor que se las vende a Walmart, “¿funcionan esas trabajadoras en el sector formal o en el informal?”. Vayamos ahora a la vivienda: “no es infrecuente encontrar un mercado de viviendas estructurado y dividido por clases en zonas anteriormente informales, de modo que algo parecido a una modesta recalificación urbanística ya se puede reconocer”. Hay una especie de pequeño plan general informal. Por otro lado, “muchos que vivían en el límite del sector informal han sido expulsados de él, y su posibilidad de ganarse la vida crecientemente exprimida”. Al mismo tiempo, algunas zonas informales “han arrebatado a la gente muchos de los terrenos abiertos aunque marginales que podrían haber sido ocupados por una agricultura marginal”.
4. El tono de la discusión pública sobre el cambio climático es peligrosamente apocalíptico. El cambio climático domina todos los debates. Y desde luego es un asunto grave: se habla de que ya es responsable de 300.000 muertes al año, y un coste de 125.000 millones de dólares al año. Pero sea como fuere, “el tono de la discusión pública sobre el cambio climático es apocalíptico”. Lo cual es raro. Porque, por ejemplo, la epidemia de malaria ya lleva “una cifra estimada de un millón de vidas al año (…) pero sólo ha generado una fracción de la preocupación” que el cambio climático, “y nada de su palabrería apocalíptica”. Smith se pregunta: ¿por qué hay tanto silencio en la izquierda referido no sólo a los detalles (y al) flujo de fondos que han recibido” los científicos, y “al contexto social de la ciencia en estos tiempos de neoliberalismo”? No se niega la importancia del cambio climático, pero sí se cuestiona la estrategia para la acción.
5. Como siempre, conviene profundizar en la información. Las ciudades “experimentarán el acechante caos de modos radicalmente desiguales”. Madrid no es Shanghai y Laos no es Los Ángeles, por ejemplo. Las distintas ciudades presentarán “diferentes mezclas de neoliberalismo y sus secuelas, diferentes combinaciones de opulencia para algunos y profundización en la pobreza para todos los demás”. La forma diversa en que se despliegue el caos y su distinto alcance en cada lugar tendrá que ver con las diferencias en las instituciones sociales, políticas y sociales, y de la manera en que respondan a los acontecimientos nacionales, y sobre todo globales. “Es importante –continúa Smith- entender la desigualdad de ese caos venidero. El caso de la piratería en las costas de Somalia proporciona un ejemplo excelente de por qué”. En Europa y Norteamérica se ha presentado la oleada de piratería de 2009 como “pura barbarie sin civilizar”, que ratificaba el estatuto de Somalia como “Estado fallido”. Pero se trata de una información sesgada e incompleta, que no revela nada de la historia y el contexto en que ha surgido esa piratería, ni del papel que han jugado algunos países occidentales, como Francia, vertiendo desechos nucleares tóxicos cerca de la costa de ese país. Las cosas, por tanto, son algo más complejas de como se nos presentan habitualmente.
6. El futuro de las ciudades es extraordinariamente abierto. Mucho más de lo que cabía presumir hace unos pocos años. De hecho se presenta “de un modo no válido una década atrás en el cenit de la hegemonía neoliberal”. El “caos sistémico” parece inevitable, pero “los resultados de ese caos no lo son. Podría ser un caos despiadado que no trae el bien, pero podría ser un caos productivo”. Podría traer represión estatal o alternativas urbanas de organización social, en cuyo caso se necesitará trabajo y organización. Los disturbios y signos de oposición creciente (de Grecia a Perú, de Francia a
7. En el discurso sobre la seguridad va a estar la clave ideológica. Conviene tener presente que cuando se inicie la coordinación de las oposiciones, “en muchas partes será desafiada a menudo violentamente por un despliegue estatal de ideologías de estricta seguridad” que presentarán a los trabajadores en huelga, inmigrantes, grupos étnicos, jóvenes airados, activistas del medio ambiente y pacifistas como potenciales terroristas. La seguridad y el terrorismo serán, posiblemente, las bazas más empleadas para contrarrestar esta naciente oposición política y social. Por tanto, se ha de tener clara la respuesta desde ese mismo campo de la seguridad urbana y global. Es preciso evitar el pánico y ese “miedo con muchas caras” que va a funcionar como “poderosa fuerza de control social”. De hecho, “cualquiera de esos errores, incrementar el pánico por la seguridad o recurrir a lo apocalíptico, tendrá el efecto de inmovilizar a toda la oposición efectiva, sea por miedo o por falta de esperanza”.
Leo tu artículo y parpadeo. No entiendo bien el trabajo. Veamos. 1ª conclusión: el liberalismo ha perdido su poder. Es decir, el sistema está agotado. De acuerdo. Es una idea que mantengo desde hace mucho tiempo: no ha hecho crack la economía, por ejemplo, sino que ha hecho crack el sistema. Es decir, un modelo que, para sostenerse, necesita el aumento sostenido del PIB y la población, entre otras cosas. Bien, pues el resto de las conclusiones del estudio ignoran el fracaso del sistema, porque resultan de la continuidad y el mantenimiento del sistema. Si el sistema ha fracasado habrá que pensar en removerlo, en otro sistema que muy probablemente prescindirá del PIB y del aumento de la población, que, en relación de la población, seguramente, optará por una población mundial estable por debado del número actual. Si esto fuese así, ¿tienen sentido las otras conclusiones? ¿El nuevo sistema, por otra parte, seguirá agrupando a la gente en grandes centros urbanos, industriales y de servicios? ¿U optará por agrupaciones "manejables" más dispersas y menos agresivas con el entorno y el propio ser humano? Tú eres el que sabes, seguro que tienes una mejor visión que la mía, pero entiendo que es una reflexión digna de hacer.
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