Acaban de celebrarse en
Aludo a este encuentro porque creo que es importante reflexionar sobre los métodos aplicados al desarrollo de la cultura ambiental a través de las diferentes modalidades de estímulo de la participación ciudadana. Es evidente que los avances en algo tan esencial para la preservación de la calidad del territorio como es la implicación de los ciudadanos en la defensa de los valores ambientales representan, o debieran representar, una de las líneas de acción prioritaria de los poderes públicos, en la medida en que la capacidad reactiva de la ciudadanía representa un activo a tener en cuenta a la hora de evitar alteraciones o comportamientos lesivos con el entorno.
Sin embargo, pese a los buenos propósitos con que este tipo de políticas son abordadas, la tarea no es, en modo alguno, algo sencilla ni tiene el éxito garantizado de antemano. La intervención que comento lo puso claramente de manifiesto. Los resultados son aún, escasos, en cierto sentido decepcionantes y abundan los inconvenientes cuando se trata de alentar la acción social como factor de incidencia efectiva en la toma de decisiones sobre esta decisiva materia. Bien sea porque se adolece de una actitud dirigista, no exenta de voluntarismo, bien porque la colaboración de los Ayuntamientos no sea tan firme como se desearía, bien porque la labor educativa requiere paciencia y un poder de convicción de los que a veces se carece, bien porque el corto plazo se aviene mal con procesos de formación lentos y a veces no bien entendidos lo cierto es que la autocrítica se impone a la hora de hacer balance de los resultados conseguidos.
De las fotografías que ilustran esta entrada pueden obtenerse conclusiones interesantes. Si en la que encabeza el texto se da cuenta de la entidad de la labor emprendida, en la segunda se exponen con claridad las características y el balance obtenido en los diferentes espacios de encuentro organizados con tal fin. El estado de la cuestión se completa con las dos que evidencian las limitaciones observadas: falta de representatividad y asistencia, y falta de resultados a corto plazo. He elegido ambas porque resumen bien lo que a menudo suele suceder. Reconocerlo en toda su dimensión y con sinceridad es un buen camino para que las medidas correctoras, y que ahí también se exponen, sean algo más que un conjunto de buenas intenciones.
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