Ignacio Molina y Fernando Manero (Universidad de Valladolid) a ambos lados de Maria Teresa Rebollo (Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Medina del Campo)
Conocer mejor nuestra tierra para mejor gobernarla: no otra es la pretensión que nos motiva a quienes cultivamos el a veces incomprendido oficio de interpretar geográficamente el territorio con el fin de ordenarlo bien. ¿De qué otra forma podría abordarse la solución de sus problemas sino a partir de una clara fundamentación de sus causas y teniendo en cuenta al tiempo las posibilidades que existen para neutralizarlas u orientarlas en la dirección correctora y más adecuada? De cuando en cuando procuramos dar prueba de este empeño en público, a sabiendas de que no siempre es fácil encontrar la palabra adecuada para mantener la atención de un auditorio que en estos temas - pues de nada baladí se trata - es cada vez más exigente y al que le cuesta tragar con ruedas de molino. Se trata, para precisar las cosas, de dejar la semilla del argumento, sólido y convincente, en el campo más o menos abonado para que pueda germinar en acciones al servicio de la comunidad y del propio espacio en el que vive.
Mi compañero Ignacio Molina dio cumplida cuenta ayer de sus saberes y destrezas en el Ayuntamiento de Medina del Campo, en acto presidido por una amable anfitriona, representante del gobierno local. Trataba nada de menos que de inspirar confianza en el espacio estudiado como tema de Tesis Doctoral, que yo dirigí, y que ahora se presentaba como documento útil para la toma de decisiones. ¿El resultado? On verra, pero confieso que salí moderadamente satisfecho. Me limité a acompañarle y a comentar, discretamente pero sin ambigüedad, lo que vale la técnica, bien cultivada, de la Geografía.
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